Por Aylen.
Había una vez en la Ciudad de México una niña llamada Paty, ella era muy grosera, contestona y siempre muy burlona. Un día con sus amigas decidieron ir al cementerio a rayar una lápida muy pequeña y muy descuidada, la pisaron y la rayaron, más de pronto el vigilante se dio cuenta y le dijo que se habían equivocado de lápida, que esa no tenían que rayar ni pisar, pues en esa tumba, está enterrado un niño que fue maltratado, que le habían quitado los ojos. Ella muy burlona dijo que no era cierto y escupió a la tumba del niño, pero en la noche ella sentía algo en sus ojos, así que se fue a ver al espejo y vio que tenía mucha tierra negra en los ojos, le salía sangre de los ojos, de repente vio al niño que se estaba burlándose de ella, perdió la vista y sintió que le sacaban los ojos, al día siguiente su mamá la fue a ver al cuarto, pues ya era tarde para la escuela, entro a su cuarto y cuando la encontró muerta, sin ojos lloró y se lamentó la muerte de su hija.
En el espejo habrá un mensaje escrito con sangre, que parecía ojos, desde entonces se dice que en las noches anda su alma fresca
pidiendo ayuda, pues no ve nada.